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La nueva prensa rosarina en los años veinte, entre la modernidad y el chantaje (página 2)



Partes: 1, 2

Pero la creciente complejidad del tejido social de la
ciudad y la incipiente emergencia de una verdadera "sociedad de
masas" en la tercera década del siglo XX, modifica
también los patrones de producción y reproducción hegemónicos de estos
sectores.

La expansión de la escuela
pública y el acentuado proceso de
alfabetización, da lugar a una sociedad que en capas cada
vez más amplias está ya en condiciones de
participar culturalmente haciendo uso de nuevos recursos. El
desarrollo del
fenómeno barrial como zona de estabilidad y pertenencia
identitaria vecinal, obran de igual manera. La
proliferación de una nueva prensa en los
años veinte, que mantiene una relación de
coexistencia pacífica con el decano de la prensa argentina
y que no intenta constituirse en una empresa
contra-hegemónica para cierto espectro partidario o
ideológico, constituye un indicador del proceso de
integración que estos sectores populares,
ahora alfabetizados y afincados ya sin la zozobra de la
efímera pieza de inquilinato, estaban
protagonizando.

La modernización y el avance social apuntalados
en los procesos de
afincamiento barrial y alfabetización generalizada,
parecen ser entonces las claves materiales
para entender las razones de posibilidad de una nueva prensa que
con marcadas características específicas alcanza
una presencia importante en la ciudad a la vez que proporciona
una gama de elementos aún no explorados para la
reconstrucción de las identidades colectivas y
fragmentarias de sus lectores.

Hacia la constitución de un "campo
periodístico"

Asimismo ya en los años veinte tenemos en Rosario
una estructura
material y tecnológica consolidada que permite la
impresión económica y masiva, en el marco de una
urbe moderna en la cual los diarios interpelan a un número
creciente de lectores y contribuyen al proceso de
expansión de la esfera pública.

Se trata de diarios masivos y comerciales que buscan
representar el interés de
las masas anónimas de lectores. Con ellos se inicia un
proceso de constitución y consecuente
autonomización de un "campo periodístico" que
lentamente ve emerger sus propias leyes de
funcionamiento. Es un sistema que va
adquiriendo complejidad al mismo tiempo que se
independiza de influencias ajenas.

Los staff de redacción empiezan a ser integrados por
periodistas que hacen de esta tarea una profesión de
tiempo completo. Ya no se trata de miembros de las clases
dirigentes como ocurría con la prensa del siglo XIX. Como
bien señala Sylvia Saítta en su estudio sobre el
diario Crítica:

"escribir en un periódico
deja de ser el modo de ocupar el tiempo libre, de participar en
política o
de borronear poemas y
sonetos, para convertirse en una profesión que requiere
ciertos conocimientos específicos".

En esta prensa se ponen en contacto desarrollo
tecnológico, renovación estética y ampliación
temática, enmarcados en un contexto de financiación
económica basada en la incorporación de avisos
comerciales. Comienza entonces poco a poco a emerger un "campo
periodístico" cuya consolidación presupone la
existencia de un público masivo que en los años
veinte, producto de
los procesos de alfabetización, ya está en
condiciones de constituir un mercado de
lectores.

Es un "campo periodístico" en el sentido en el
que Pierre Bourdieu plantea teóricamente el problema,
estableciendo desde la sociología al "campo" como el sistema de
relaciones sociales, definido por la posesión y producción de una forma específica
de capital. Cada
"campo" es —en mayor o menor medida— autónomo;
la posición dominante o dominada de los participantes en
el interior del "campo" depende en algún grado de las
reglas específicas del mismo. El conjunto estructurado de
los "campos", que incluye sus influencias recíprocas y las
relaciones de dominación entre ellos, define la estructura
social.

Emergen entonces en el periodismo
reglas de juego,
criterios de legitimación y prácticas en
vías de profesionalización regidas por la lógica
específica del "campo". Las nuevas experiencias
periodísticas así como las viejas entran en una
dinámica propia, a través de reglas
que les aseguran una autonomía relativa. El mercado de
lectores que se disputan los actores del mundo
periodístico relega a un papel secundario las viejas
prácticas de legitimación asociadas al poder
político y a la política facciosa. La complejidad
en aumento del tejido social potencia otras
vías de financiación. Esta prensa moderna es ante
todo una prensa comercial. La proliferación de publicidad y de
avisos comerciales de todo tipo a la vez que nos muestran una
sociedad que se robustece, nos deja entrever las razones de
posibilidad de una prensa como empresa cultural.
Los avisos comerciales están en la base de este "campo
periodístico" en gestación.

El número de lectores que potencia el tiraje de
estos periódicos, es sin embargo la transformación
de fondo más notable. Las bases para el sostenimiento de
un modelo de
prensa comercial nacen en una prensa de "masas". Se trata de una
relación fundante del nuevo orden
periodístico.

Un nuevo universo de
producción, legitimación y circulación de
saberes se está constituyendo de la mano de una sociedad
que surge con él. Es así como "opinión
pública", "prensa comercial" y "campo
periodístico" son conceptos que hacen operar bien sea de
manera directa o subrepticiamente, el modelo habermasiano de
emergencia de la "opinión pública" como indicador
de una tendencia progresiva, lineal y constante de
modernización social.

La cuestión está en determinar en
qué medida estos conceptos nos devuelven la especificidad
de la prensa que vemos emerger en la década del veinte en
Rosario.

Prensa popular y público lector ¿tal
para cual?

En los años veinte aparecen en la ciudad dos
experiencias periodísticas radicalmente nuevas. Ambas se
transforman, modifican sus formatos, proyectan nuevos lectores
ideales y en mayor o menor medida se pliegan al juego que propone
la emergencia de un "campo periodístico". Aún con
las particularidades y los límites
respecto del modelo teórico, estas lógicas
novedosas adquieren gran visibilidad.

Las experiencias de "prensa nueva" sobre las que
trabajaremos aquí están constituidas por dos
diarios: La Reacción y Reflejos.
Intentemos una rápida caracterización de
ambos.

Así como los Lagos constituyen una "familia
periodística" cuyo nombre evoca mecánicamente el
del diario La Capital, la historia del diario La
Reacción
está asociada a la familia
Duchein. Prolíficos y multifacéticos, representan
tanto el ascenso de los sectores subalternos en una ciudad en
transición, como la capacidad de adaptación a los
cambios y oportunidades que esa transición ofrece en el
plano periodístico.

En la década del diez, Pascual Duchein ha
establecido en el inicio del Bulevar Oroño
un "Centro Rosarino de Cultura
Física",
pomposo nombre para un gimnasio donde sus hijos boxean y luchan
entre sí para atraer adeptos.

En ese local Duchein funda en 1920 un periódico
semanal ilustrado, La Montaña Rosarina, cuyo
nombre no evoca como tal vez podría suponerse a los
episodios de la Revolución
Francesa, sino que de manera más pedestre refiere a un
módico y artificial montículo de tierra del
parque Independencia.
De efímera existencia, esta hoja servirá sin
embargo para difundir las múltiples actividades de su
propietario, "representante de varias casas de la Capital
Federal" y "experto" en asuntos de derecho, tramitaciones
judiciales y prácticas comerciales.

El 22 de diciembre de 1921, bajo la dirección del cuñado de tan
polifacético personaje, Francisco Beltrán Duchein
(quien estará al frente del diario hasta la
desaparición de este en 1958), aparece el primer
número de La Reacción con el siguiente
subtítulo: "deportes, informaciones obreras y
de interés general". Vespertino editado de lunes a
viernes, es desde su fundación y lo será por mucho
tiempo tanto una empresa periodística moderna como
familiar. Tan es así, que casi una década
después de su creación encontramos en la
última página del domingo 01 de enero de 1928
(edición
extraordinaria) bajo el título "Notas Graficas de
los talleres de La Reacción y de los
colaboradores que componen la plana mayor" las fotografías
de los integrantes del staff del diario. El apellido Duchein se
repite frecuentemente. En una foto se ve un niño con el
torso desnudo haciendo "vistas" en pose pugilística con el
siguiente epígrafe: "Ricardo Duchein, de los
talleres".

Mantiene hasta 1927 un formato tradicional no demasiado
alejado del estilo pesado y anacrónico de La
Capital
. Hay sin embargo ya abundantes fotos y dibujos en las
páginas interiores, aunque pocos en comparación a
la renovación visual que experimenta a partir de
1928.

Recién en ese año La
Reacción
se moderniza de manera radical en su
discurso
estético, adoptando un nuevo formato que incluye el
color en su
título con un dibujo de
fondo -el perfil de una ciudad con cúpulas y rascacielos-
que recuerda al de la portada del diario Crítica.
La similitud se extiende al texto del
logo. Beltrán Duchein opone al socrático
tábano de Natalio Botana, el estentóreo principio
de "La verdad como bandera y el honor como blasón".
La empresa es
exitosa y pronto se agregan dos ediciones sabatinas y una
dominical.

Reflejos es un vespertino creado en 1920 por su
director propietario: José M. Caffaro Rossi. Aparece de
lunes a viernes y a partir del 11 de agosto de 1928
también los sábados en dos ediciones. Cuenta con un
edificio propio en la calle San Luís 934 donde se ubican
la redacción, la
administración y los talleres gráficos; y mantiene corresponsalías
en Buenos Aires y
Santa Fe. En su primera página figuran los
teléfonos de las distintas secciones (departamentos
internos del diario): Dirección, Deportes y Carreras,
Administración, Policía y Generales.
No se encuentra en esos años en Reflejos un
quiebre abrupto de sus patrones estéticos como en La
Reacción
. Pequeñas modificaciones
tipográficas, en el número de columnas o en la
calidad y
tamaño de las fotos no alcanzan a alterar sustancialmente
el diseño
original del diario, que desde un primer momento muestra un rostro
incontestablemente moderno en consonancia con la "prensa moderna"
de Buenos Aires. Son habituales las ediciones cuya primera plana
se constituyen estéticamente con varias fotografías
relacionadas con una única noticia. Así ocurre por
ejemplo el 27 de enero de 1928, cuando un gran fotomontaje da
cuenta gráficamente de las alternativas de una carrera
automovilística al paso de los competidores por Rosario.
Tomando elíptico partido en la búsqueda de la
complicidad de los lectores, el diario informa que un corredor
determinado es el "candidato del pueblo", junto a el y
abrazándolo aparece un niño uniformado con una
gorra donde claramente se lee sobre la visera la
inscripción "Reflejos". Suele sin embargo este
periódico pecar de descuidos notables en el cuidado de la
ortografía y en detalles elementales de
presentación. Hemos visto en nuestro abordaje de fuente
realizado en la hemeroteca del Museo Histórico Provincial
de Rosario, que en varios números al diario se le "cae" la
ese final de su título, apareciendo como
Reflejo.

En este punto es sin embargo importante aclarar que
estas pequeñas modificaciones en los criterios
estéticos de Reflejos e incluso el abrupto
cambio de
La Reacción en 1928, están directamente
vinculados a factores estrictamente tecnológicos. La
incorporación de nueva tecnología en la
edición e impresión de estos periódicos no
altera su carácter de "prensa nueva" reconocible
desde un primer momento.

Esta modernización se expresa en varios registros.
Así se observa una redefinición del lector
potencialmente modélico y del lugar social de la prensa,
es decir de su dimensión de rol y de los criterios de
legitimidad y financiación. Todo lo cual se conecta,
potencia mutuamente y en términos generales nos devuelve
la imagen de un
incipiente "campo periodístico". Veamos más en
detalle estas cuestiones.

El subtítulo con el que aparece desde un primer
momento La Reacción "deportes, informaciones
obreras y de interés general" está operando
directamente sobre el mercado de lectores. No es esta la prensa
de pares que encontrábamos en el siglo XIX. La
lógica auto referencial que caracterizaba a la prensa
facciosa sujeta a los tiempos de la política
oligárquica y herramienta de las disputas internas de las
elites, cede su lugar a la emergencia de una serie de discursos
polifónicos que se piensan frente a un mercado de
lectores.

Tanto La Reacción como Reflejos
apuntan a un lector en clave ciudadana, habitante de una urbe
moderna y en expansión, naturalmente "anónimo" en
la jungla de cemento de la
que es parte. En sus páginas la ciudad que se transforma
se pone en contacto con sus habitantes.

En la edición extraordinaria de La
Reacción
del 01 de enero de 1928 con la cual el
diario festeja su séptimo aniversario aparece en la
página tres un excelente fotomontaje que bajo el titulo
"Rosario Palaciego" brinda imágenes
de los edificios más importantes de la
ciudad.[1] Esta "nueva prensa" se piensa
identitariamente en estrecha asociación con el espacio
urbano.

Ya hemos visto que el lector no es construido en clave
político-facciosa sino que emerge como integrante de un
mercado. La proliferación de avisos comerciales nos habla
de este nuevo lector, miembro activo de una sociedad civil
que parece consolidarse.

El espacio ganado por la información artística, el deporte y otras actividades
recreativas terminan de configurar a ese nuevo lector, vecino
afincado en las barriadas rosarinas que se nutren y constituyen
con los sectores populares en ascenso, nuevos consumidores de la
creciente industria del
ocio.

Tanto La Reacción como Reflejos
los muestran en el proceso por el cual van siendo integrados a
ese ideal de emulación del "mundo burgués", cuando
aun prevalece –aunque con alarmas y acechanzas que anuncian
el fin del paradigma– la
idea positivista de progreso indefinido.

La cuestión del "lector modélico" se
conecta así directamente con el problema de la
redefinición del rol social de esta nueva prensa. La del
siglo XIX, atrapada en la lógica facciosa estaba lejos de
asumir su rol habermasiano como instancia de mediación
entre la sociedad civil y el Estado. No
estaba en el horizonte de posibilidades de aquellas empresas, la
impronta moderna que tal rol mediador implicaba. Esta nueva
prensa que nace de la sociedad civil es ante todo una empresa
económico-cultural. Su impronta empresarial le
conduce así por la senda de la construcción de una opinión
pública. Miembro y expresión de un incipiente campo
cultural, su función
mediadora la lleva adelante sin embargo, aun a pesar de ella
misma y de manera indirecta.

Esta nueva prensa se convierte así en un elemento
central en los procesos de integración que posibilitan la
emergencia de un público de lectores. Su rol de mediadora
entre el mundo civil y el mundo político, a través
del apuntalamiento de una esfera pública para la
construcción de opinión, amplía y potencia
la propia inserción de estas nuevas experiencias. En otras
palabras contribuyen directamente a crear el público a
partir del cual tienen su razón de ser.

El claroscuro de la financiación: publicidad,
amenaza y chantaje

Esta emergencia de un mercado de lectores cambia de
manera radical los mecanismos de legitimación y de
supervivencia económica. La reproducción de ciertas
reglas discursivas formales, que producen una especificidad sobre
el discurso periodístico, así como su
autonomización por la vía de canales propios de
financiación, se convierte en el sostén de estas
nuevas experiencias. Se constituye así un circuito de
reproducción a la par del cual se va constituyendo un
"campo periodístico".

Los niveles de venta, es decir
los tirajes, aseguran el sostenimiento de los avisos de
publicidad que son el principal soporte financiero
lícito.

Así en la edición del 01 de mayo de 1928
en la página seis vemos como La Reacción
celebra haber llegado a los 7.000 ejemplares señalando que
"un aviso colocado en la edición de los domingos le
dará a todo comerciante resultados positivos". Los avisos
comerciales son de diferentes tipos y tamaños y recorren
una amplia variedad temática. En una misma página
pueden convivir el anuncio de un nuevo tónico medicinal
para problemas
respiratorios, una oferta de
raquetas de tenis e indumentaria deportiva de la gran tienda
local La Favorita, y la promoción de la propia imprenta del
diario. En la mitad inferior de la pagina tres, se lee: "Talleres
Gráficos La Reacción. Trabajos generales
para comercio.
Impresos de lujo de alta calidad. Trabajos de importancia en
breve plazo. Pidan presupuesto.
Santa Fe 871. Teléfono 22339. Rosario de Santa Fe." La
diversificación de los canales de financiación
resulta indispensable para el sostenimiento a mediano o largo
plazo de estas experiencias. La modernización
estética, temática y discursiva asegura los niveles
de venta necesarios para que la publicidad fluya en sus
páginas. Las ventas,
suscripciones y otros mecanismos como la "cesión" de
espacios para intervenciones particulares, complementan los
ingresos de
esta nueva prensa que no puede competir seriamente con La
Capital
en la recepción de avisos
clasificados.

Pero cuando todos estos mecanismos no alcanzan a
sostener la pervivencia se recurre a otros métodos.
En esa instancia es cuando el chantaje y la amenaza
constituyen la otra vía de sostenimiento
económico.

En esta clave de interpretación se entiende la asiduidad con
que ambos diarios publican denuncias altisonantes que por lo
general no se profundizan ni se continúan en el tiempo,
entrando en un sospechoso silencio que torna más dudosa la
intención previamente anunciada de sí hacerlo.
Veamos algunos ejemplos.

El 18 de diciembre de 1927 La Reacción
ataca en primera plana a un prostíbulo y a su dueño
bajo el título "Saneamiento moral del
barrio norte. Fue multado el Petit Trianón.
Continúan las cosas en el mismo estado
¡Hasta cuando Catilina!" El largo artículo que ocupa
cuatro de las seis columnas señala como el gran culpable
de los males morales de Rosario al mencionado burdel, omitiendo
el hecho que en la ciudad existen en ese momento veinte casas de
tolerancia
habilitadas oficialmente, además de innumerables
clandestinas. Y promete en próximas ediciones profundizar
su denuncia. Pero en los días subsiguientes La
Reacción
se llamará a silencio en su cruzada
moral contra el Petit Trianón, evidenciando haber
llegado a un "pacto de caballeros" con su
dueño.

En el mismo número denuncia también a un
por entonces popular comercio: "En la casa Gath &
Chávez
se estafa a los mismos empleados. El personal de esta
tienda debe rebelarse. Sin consideración alguna, en la
casa de comercio establecida en el gran palacio de la Calle
Córdoba y San
Martín se trata a los empleados como a carneros".
Durante varias ediciones siguen las imputaciones hasta que un
día, estas terminan abruptamente. Unos números
después las páginas del diario recibirán
publicidad de…Gath &
Chávez
.

Los difusos límites entre lo legal y lo tolerado
socialmente –corruptela de las autoridades mediante-
constituyen una oportunidad para que esta prensa popular utilice
la sección Policiales como rampa de lanzamiento de
denuncias estentóreas, banales e inconsecuentes. De manera
especial es La Reacción la que enarbola estas
quijotadas sin sentido aparente. A finales del año 1927
titula con tamaño catástrofe: "La plaga de adivinos
y curanderos. El caso de Spaventa". El diario denuncia a este
Spaventa como "arreglado con jueces y policías" para
ejercer el curanderismo y amenaza que "sobre este particular
iremos publicando todo lo que se vaya produciendo en lo sucesivo
hasta el total esclarecimiento del suceso". Sin embargo y como
suele ser habitual, no habrá mención alguna del tal
suceso en las ediciones posteriores. Conjeturamos que el
curandero sumó al director de La Reacción
a su lista de arreglos judiciales y policiales.

Unos meses después el blanco de denuncias que
incluye la acusación de estupro es el conocido comerciante
Julián Casals. Este finalmente termina rendido al chantaje
de Beltrán Duchein publicando en el diario un aviso a
página completa de su popular zapatería, con un
diseño
gráfico superior al resto. Publicidad que se
repetirá regularmente.

El dar por terminada de manera unilateral y
traumática una relación publicitaria puede
también ocasionar problemas a los ex anunciantes Este es
el caso de Miguel Monserrat. En la edición extraordinaria
del 01 de enero de 1928 la página dos completa está
ocupada por un gran aviso del Banco Monserrat.
Aunque en un tamaño menor, los anuncios seguirán
apareciendo a lo largo de varios meses. En algún momento
la campaña
publicitaria se interrumpe y entonces ocupan la escena una
serie de feroces ataques a Semino y…Monserrat. Ataques
donde se utilizan como arma demoledora aspectos de la vida
privada de los involucrados sin ningún tipo de atenuante.
Siendo estos integrantes de los sectores más poderosos de
la burguesía rosarina, la campaña en su contra
muestra el poder de presión
que la "autonomía relativa" de esta prensa le aseguraba a
partir de la consolidación de un mercado de lectores y de
un incipiente "campo periodístico". Así como una
dosis no menor de coraje personal de Francisco Beltrán
Duchein.

Reflejos no le va en saga en la
utilización de estos métodos coercitivos. Aunque
intenta encubrirlos con una pátina de denuncia
política o social. A lo largo de agosto de 1928 hay un
hostigamiento permanente al presidente de la Bolsa de Comercio de
Rosario, en tanto es al mismo tiempo abogado de la Unión
Telefónica, empresa de capitales ingleses contra la cual
ha emprendido una campaña por su mal servicio y por
las malas condiciones salariales de sus empleados. Pasado un
tiempo la virulencia de las denuncias retrocede, luego el
silencio, y luego…aparecen en Reflejos avisos
institucionales de la Unión Telefónica.

El chantaje es aquí uno de los canales por los
cuales fluye la modernización de esta prensa. La
visibilidad historiográfica de este fenómeno no es
una cuestión menor. Esta prensa que se ve así misma
como una empresa y cuya legitimidad se sostiene a través
de la existencia de un mercado de lectores, necesita vías
sólidas y sobre todo regulares de financiación.
Bloqueada la salida de la autofinanciación por medio del
aviso clasificado (ese es un terreno casi exclusivo de La
Capital
) y disociada (al menos en los términos de la
prensa facciosa) del mundo político-partidario, los avisos
comerciales constituyen su fuente más firme de
financiación. Las ventas y las suscripciones no son
suficientes aún cuando la ciudad es junto a su zona de
influencia, bastante populosa.

El chantaje es entonces una de las condiciones de
posibilidad de emergencia de estas experiencias y no debe
pensársele como un factor coyuntural o secundario.
Constituye una parte igualmente "legítima" de la planificación de esta nueva prensa popular.
En otras palabras se trata de un mecanismo más de
sostenimiento material. Y al igual que para los avisos
comerciales comunes, el chantaje encuentra su legitimación
y sus posibilidades de operación en el tiraje que estos
diarios pudieran exhibir. No se trata de un chantaje
político o ideológico (en sentido restrictivo). Es
asombrosa la velocidad con
que la noción de "empresa" penetra la práctica
periodística y como la racionalidad capitalista avanza
sobre las formas premodernas de razón.

Los tres berretines: crónica policial,
espectáculos y deportes.

Las transformaciones y redefiniciones estéticas
de estos diarios tienen que ver con la adecuación que les
permite jugar en un mercado de lectores y en un incipiente "campo
periodístico". Y la estética va en correlato al
contenido de lo que se intenta transmitir a un particular
lector.

En la vieja prensa facciosa las largas sábanas de
texto apretado en tipos gráficos minúsculos, con
titulares cortos y pequeños, casi sin presencia de
fotografías o imágenes de otro tipo y sin rupturas
o quiebres espaciales en el diseño de las tiras de texto,
ofrecían una resistencia que
sólo podía ser sorteada por un lector
particularmente entrenado. Esta nueva prensa presenta una
diagramación novedosa, con irregularidades y desajustes,
notas breves, amplios titulares y abundante material
fotográfico y visual. Las ilustraciones y los titulares
más extensos y en tipos gráficos gigantescos en
comparación con la media de la prensa facciosa,
posibilitan un acercamiento ágil y una lectura
sencilla. Es posible así "leer" las notas sin leerlas, en
el movimiento de
un tranvía, en la vorágine ruidosa de un café
céntrico donde se hace un alto para tomar un cortado, etc.
Se "mira" el diario aprovechando cualquier momento del
día. Ocupando los tiempos muertos que la ciudad moderna
impone a sus habitantes como contra cara de la vertiginosidad que
inunda las prácticas humanas.

En consonancia con la redefinición del lector
común a esta nueva prensa, ocupan la primera plana de
estos diarios las informaciones deportivas, las crónicas
policiales y el seguimiento y comentario de la cartelera de
espectáculos.

La información política o económica
aparece relegada a un segundo plano. Si bien ocupan la primera
hoja de ambos diarios, se trata de intervenciones cortas,
desprolijas en su diagramación con notas que no siguen en
ninguna parte y que evidentemente no son el motor de ventas
de estos periódicos. No hay un seguimiento de la
política nacional, excepto en el caso de noticias de un
peso superlativo, y las intervenciones son fundamentalmente en el
plano local y provincial. Reflejos por ejemplo anuncia
con título catástrofe en agosto de 1928: "Cosas
raras en el gobierno de
Gómez Cello", pero si uno intenta interiorizarse en esa
edición acerca de cuales son esas cosas raras de la
administración radical provincial, se queda
con las ganas, pues aparte del enunciado de primera plana nada
informa el diario. Pareciera que con el título
catástrofe el lector se contenta y que no necesita (ni le
importa) saber mayores precisiones, detalles o pormenores del
asunto.

Por esa inconsecuencia se torna evidente en el análisis que La Reacción y
Reflejos evitan competir con la "prensa seria" nacional
o local (La Capital). Recortan otros intereses y un
nuevo segmento de lectores. La "prensa seria" de la ciudad que en
este momento es ya indiscutiblemente el diario La
Capital
actúa como fuente de legitimación
cuando esta prensa popular avanza en el ejercicio de la denuncia.
En la página seis del número anteriormente citado
de La Reacción, esta refuerza argumentos
favorables a una campaña que ha emprendido contra el juego
clandestino, publicando que el decano de la prensa argentina (a
quien se refiere como "nuestro estimado colega La
Capital
nos secunda valientemente") se suma a la misma, al
informar que : "La Jefatura de Policía en manos de don
E More
(sic), el que recibía $ 1.000 mensuales de
coima que le pasaba el funesto jefe Bartolito, esta en peligro.
El diario La Capital ataca virilmente a las
quinielerias (sic) y a las agencias clandestinas de
carraras (sic)". En esta noticia se visibilizan
claramente los límites que el diario de Beltrán
Duchein se impone en su campaña denunciadora. Se cuidan
muy bien de dar mayores datos de
filiación personal y política del "funesto jefe
Bartolito", obviando con un silencio ominoso y cómplice
(por lo menos para sus contemporáneos) que se refieren a
Bartolomé Aldao, sobrino y testaferro en negocios
turbios del saliente gobernador radical de la provincia, Ricardo
Aldao.

Reflejos también encuentra en el decano
de la prensa argentina la legitimidad de una campaña que
lleva adelante contra el director de la penitenciaría
local, al que acusa de malos tratos a los detenidos. El 11 de
abril de 1928 informa en primera plana: "La Capital de
hoy comenta la aplicación de castigos corporales en la
Cárcel Penitenciaria de Rosario".

Esta dinámica por la cual La Capital
asume el rol de "prensa seria", nos habla de cómo se va
estructurado el "campo periodístico" local. El capital
simbólico que La Capital hace suyo supone una
serie de reglas a través de las cuales puede ser
reconocido como tal por otras empresas periodísticas, y
convertirse así en fuente de legitimación (a
través del traspaso de parte del mismo) de la palabra e
intervenciones de empresas ubicadas en áreas más
periféricas del "campo".

Volviendo a la cuestión temática,
Reflejos presta un poco más de atención a los asuntos políticos y
sus intervenciones son más cuidadas. Pero aún
así y al igual que ocurre con La Reacción,
dedica la mayor cantidad de espacio al mundo del
espectáculo y del deporte, en coincidencia con el auge que
ambas actividades tienen por esos años, en especial en los
sectores subalternos que a su vez muestran también su
preferencia en consumir la construcción entre ficcional y
tergiversada que esa prensa hace del hampa y el delito. Un
"submundo" que a su vez repele y atrae a ese lector.

La crónica policial es además la zona
desde donde esta nueva prensa ofrece permanentes guiños de
complicidad al lector. Así se establece un discurso donde
por un lado se busca despertar la conmiseración del mismo
a partir de noticias presentadas a la manera de un
folletín melodramático donde la figura femenina
muere, ya por mano propia: "Por el mejor panadero del barrio se
mató la mucamita más buena. Su carta final
decía: Rafael me mato por que sufro por ti. Te quiero y te
querré hasta después de muerta"; ya por interesada
mano ajena: "Honda tragedia pasional. Estaba enamorado de ella
sin ser correspondido. Después de estar en amable
reunión, la esperó en la calle y la mató de
un balazo en el corazón";
o exacerbar su indignación frente al episodio aberrante y
sin castigo: "Un menor fue violado en la jurisdicción
sexta. Se pretende salvar al autor del repugnante hecho". Estas
tres noticias publicadas en Reflejos, las dos primeras
en enero de 1928 y la última en agosto de ese mismo
año, nos indica claramente la praxis
narrativa de la sección Policiales. El redactor no se
limita a informar, sino que ya en la bajada del título,
opina en complicidad con el destinatario de la
información.

Se intentan además estrategias de
comunicación menos anónimas con el
lector. Un claro ejemplo de ello es el concurso de tangos que
organizado y anunciado por Reflejos en su edición
del 29 de Marzo de 1928, tiene menos de un mes después la
impresionante cifra de 25.000 activos
participantes.

La crónica de espectáculos constituye otro
de los ejes vertebrales de esta prensa. Las noticias sobre el
mundo artístico rara vez pasan de la miscelánea o
de la promoción más o menos encubierta, pero suelen
ser presentadas con una entidad visual más destacada que
otro tipo de informaciones. Así en el número
extraordinario ya citado del año nuevo de 1928, La
Reacción
nos deja ver en su página cinco en
grandes letras el título "Teatrales" acompañado de
una foto de inusual tamaño de Ignacio Corsini con el
epígrafe "chansonier de tangos en La Comedia". Se anuncian
los cines y teatros con sus respectivas carteleras y hay sueltos
de la presentación de distintos artistas: "Gusta el elenco
bataclánico de La Bolsa" o "Brillante actuación de
Arata en La Comedia".

La guía permanente de los programas que
emiten las incipientes emisoras radiales rosarinas está
presente en Reflejos. Dedica habitualmente notas y
páginas profusamente ilustradas a los personajes de ese
medio. La contrapartida para tanta difusión
radiofónica parece estar en los amplios avisos que
publican los vendedores de aparatos receptores.

Estos diarios defienden además posiciones
liberales en el arte. Bajo el
titulo "el puritanismo en danza" La
Reacción
se declara a favor de la libertad de
costumbres en el espectáculo y baja línea
anticlerical al atacar "el celibato de los curas y las monjas
contra natura".

Otro tanto hace Reflejos que se autodefine
expresamente como anticlerical por principios.
Así mantiene ataques continuos hacia el Circulo
Católico de Obreros, a quien llama el "Circulo de Obreros
Ricos", y lo considera un "modus vivendis" de los jesuitas. A
estos últimos les dedica la primera plana de la
edición del sábado 11 de agosto de 1928, donde los
califica como "energúmenos que gritan porque
Reflejos les pisó los callos".

Cierta jocundia expresada en idioma coloquial y en
evidente complicidad con el lector es común a ambos
diarios. En ocasión del accidentado (pero incruento) final
de una exhibición área realizada en un campo de
aviación en Fisherton, La Reacción da
cuenta del suceso titulando: "No hubo que lamentar
víctimas salvo los calzoncillos del piloto". La mala fama
de la que gozan entonces cocheros y taxistas permite a
Reflejos construir así esta noticia: "Vicente
Lacovara, conductor del coche de alquiler número 4.204,
entregó ayer en la comisaría cuarta un sobretodo
que un pasajero dejó olvidado en la estación
Rosario Norte". Hasta ahí la crónica de un hecho
banal. Sin embargo lo que le da entidad a la misma es el
desenlace en forma de cuarteta que el diario hace del suceso: "La
honradez de Lacovara / de un polo al otro se expande/ ha devuelto
el sobretodo/ porque le quedaba grande".

El deporte en sus múltiples manifestaciones,
especialmente las futbolísticas, encuentran generosa y hasta
sobredimensionada acogida en ambos diarios. Pequeñas notas
pero diversas, acompañadas de fotografías inundan
varias páginas. Y los lunes las noticias deportivas del
fin de semana ocupan aún más espacio que en las
ediciones normales.

El diario de Caffaro Rossi llega a organizar un
"Campeonato de Foot-Ball de menores". El torneo recibe el nombre
de Reflejos y uno de los equipos intervinientes se llama
"Alejandro Rossi", en homenaje al abuelo del director
propietario.

El fútbol
que por esos años se va transformando en la
práctica deportiva popular por antonomasia, encuentra sin
embargo un competidor significativo el turf. Detallada
información sobre aprontes, perfomances,
resultados con sus correspondientes sports, dan sentido
a la lectura de
La Reacción o Reflejos en las tardes de
los bares y cafés citadinos, lugares de encuentro de la
masculina grey burrera, desde donde se siguen (y se apuestan en
la tolerada "banca" ilegal)
los programas hípicos de Rosario y Buenos
Aires.

Crónica policial, espectáculos y deportes
alimentan entonces de manera fundamental el discurso cotidiano de
esta nueva prensa, a punto tal que resulta imposible pensar la
emergencia de la misma en los años veinte sin estas tres
claras referencias de contacto con "su" público
lector.

Conclusiones finales…y abiertas

¿Cómo debemos aproximarnos a estas
experiencias? Por un lado se trata de empresas estrictamente
económicas que apelan a una estética moderna como
estrategia para
la captura de los nuevos lectores emergentes. Puede
también pensarse alguna de ellas como empresas culturales
contra-hegemónicas. Estamos entonces ante un nuevo recurso
de los sectores dirigentes. De ser así constituiría
esta nueva prensa una sofisticada maniobra de refuerzo de los
soportes materiales de producción de hegemonía
burguesa desde la élite. La incorporación de
temáticas vinculadas a los sectores populares (aunque no
privativas de estos) en yuxtaposición con intervenciones
políticas acotadas –demasiado
acotadas- casi al ámbito administrativo municipal o
provincial ¿obedecería a algún tipo de
estrategia ideológico-política particular o se
trataría simplemente de un ardid "modernizador" para
impulsar las ventas?

Es posible además plantear y explicar
satisfactoriamente, la cuestión de la prensa en general, y
de la nueva prensa de los años veinte en Rosario en
particular, dentro del horizonte de análisis que
posibilita una noción como la de hegemonía. Podemos
también pensar en un "campo periodístico" en
interacción con otros "campos", como el
cultural en sentido amplio, dentro del espacio social de la
ciudad.

Los hombres que dieron vida a estos diarios cambiaron
(pese a ellos mismos y a sus intenciones) la historia de la
prensa de la ciudad y contribuyeron a facilitar la
expansión de la esfera pública persiguiendo
básicamente el lucro económico.

Para el consuetudinario lector de Reflejos o
La Reacción, seguir los resultados del
"fóbal" y de las carreras hípicas del domingo,
comentar leve y teatralmente encolerizado en alguno de los
característicos cafés del centro en rueda de
contertulios los malos tratos de Gath &
Chávez
para con sus empleados, ensimismarse de
retorno al barrio (con el diario acomodado al bamboleo de un
coche de "la Belga") con los glamorosos entretelones de la vida
de alguna estrella teatral, y finalmente en el fondo de la casita
que se va construyendo y pagando a largos plazos, alarmarse
sinceramente (por lo menos hasta que "la patrona" le avise que la
cena ya está lista), por los asesinatos, crímenes
pasionales, hurtos y violencias varias que día a
día se repiten en la ciudad y que aparecen ampliamente
potenciados en la sección Policiales; son en tanto tales,
prácticas concretas de constitución de una esfera
pública y eventualmente también de una
opinión pública. Tal vez no se trate de las
prácticas que el modelo teórico pretende instalar
como "deber", pero son las prácticas que hemos podido
recuperar casi nueve décadas después de ocurridas y
que fueron producidas por un actor social que moviéndose
entre la modernidad y el
chantaje, sigue resistiendo con furia y terquedad cualquier tipo
de encorsetamiento ideológico.

Florencia Pagni y Fernando Cesaretti.

Escuela de Historia. Universidad
Nacional de Rosario

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, Ed.
Centauro, Rosario, 1980.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Florencia Pagni

Fernando Cesaretti

[1] Curiosamente una foto ostenta muy
visiblemente el logo de Reflejos, diario con el que se
disputaba el mismo segmento de lectores.

Partes: 1, 2
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